martes, 7 de octubre de 2014

Entrada Blog Akane 06/10/2014

-El origen de un humano llamado Akane-
La verdad es que solía gustarme.
Pero antes de que me diera cuenta, empecé a odiarme a mí mismo.
Cuando me di cuenta de la persona en que me había convertido,
Finalmente recordé el yo de cuando aún me gustaba a mí mismo.
El yo de hace mucho tiempo.
Cuando aún era muy joven.
Cuando aún tenía fe en todo y pensaba que las cosas siempre irían a mi modo.
Cuando me gustaban las manzanas.
Eso es todo lo que recuerdo.
No había una razón en particular.
Era sólo de ese modo desde el principio.
Pero entonces,
Me di cuenta de que las cosas no siempre irían bien,
Aprendí a llorar.
Aprendí que llorar no cambia nada.
En lugar de eso, perdí mi fe.
Mucho antes, me di cuenta de que no podía parar de llorar por mi propia voluntad.
Además, las gotas caen de mis ojos cuando no puedo soportarlo más.
Un día, me di cuenta de que eran lágrimas.
Es entonces cuando conocí las palabras.
Entonces me encontré capaz de hablar sobre la razón que había detrás de esas lágrimas.
Y me di cuenta de que quizás aún sería rechazado aunque sólo fuera una simple charla sobre mis verdaderos sentimientos.
Aunque pensara que todo iría bien.
Aunque finalmente fuera capaz de transmitir mis pensamientos.
Me di cuenta de que cuanto mejor lo llevara, más me rechazarían.
En ese momento, me di cuenta de la existencia de mis propios errores por primera vez.
Me sentí derrotado por primera vez, y de nuevo el número de lágrimas aumentó.
Poco a poco, comencé a dudar de mí mismo.
Me preguntaba si era también algún tipo de rechazo.
Ahí fue cuando conocí la tristeza.
Me di cuenta de que mi pecho dolía cuando estaba triste.
Sí.
Al principio, solía saber dónde estaba mi corazón.
Pero aún no sabía el significado de mi corazón.
También me di cuenta de que estaba empezando a odiarme tan sólo por el número de derrotas.
Antes de que me diera cuenta.
En vez de el yo que me gustaba,
Era el yo que odiaba el que estaba tomando el control.
En ese punto, no podía permitir que el yo que odiaba siguiera existiendo más.
Perdí de vista mi razón para existir.
Es por eso por lo que la ansiaba, ansiaba la muerte.
Es entonces cuando conocí el anhelo de la muerte.
Con ello, conocí cómo era desaparecer.
Es entonces cuando comencé a explorar las posibilidades hacia la muerte.
Un día, apareció de repente un muro.
Uno blanco y negro.
No tenía color.
Pero seguro, había una puerta ahí, y la abrí.
Cuando lo hice, ahí estaba.
Era muy beligerante.
Y yo también me convertí en beligerante.
Y luché.
Antes de que me diera cuenta, la lucha había terminado y en ese momento, la puerta y el muro se hicieron más distantes.
Se fueron muy muy lejos.
Cuando me di cuenta, mi campo de visión se amplió.
Las lágrimas salen.
Conocí la frustración de ser derrotado.
Y más que nada,
Que si te colocas dispuesto para la lucha, la otra persona hará lo mismo.
En ese momento, aprendí sobre la amabilidad.
En ese momento,
Rompí a ser libre de la maldición que era la pesadez de mi corazón por primera vez.
Y entonces, la Verdad estaba ahí.
Caí en que la puerta era la puerta que llevaba a la Verdad.
Es entonces cuando mi anhelo por la muerte desapareció.
Como era usual, dudé del yo que odiaba.
Pero todo eso se fue lejos.
Fui capaz de que me gusta el yo que había odiado.
Entonces las lágrimas que creía que había olvidado volvieron a fluir de nuevo.
Recordé al yo que puede llorar.
También recordé que odiaba al yo que no podía llorar.
Esta vez, me comenzó a gustar el yo que podía llorar.
Más que nada, rápidamente comencé a ser capaz de creer en el yo del que solía dudar.
Entonces me di cuenta de que no había necesidad de odiarme a mí mismo.
Por primera vez, fui capaz de sentir el valor de mi propia existencia.
Eso es algo que siempre he estado persiguiendo.
La razón de mi existencia.
Aquellos que me enseñaron mi valor
Eran otras personas, los mismos en los que había prometido no creer nunca.
Me lo dijo mucha mucha gente.
Recordé la felicidad que había en mi corazón.
Es entonces cuando las lágrimas comenzaron a fluir con felicidad.
Y por primera vez, dejé salir lágrimas que no eran de arrepentimiento o de tristeza.
Por primera vez, me di cuenta de que los humanos pueden llorar de felicidad.
Pensé,
Creamos en mí mismo.
Si yo puedo creer en mí mismo, intentemos creer en los demás también.
Por primera vez, entendí la confianza con el corazón.
Me sentí feliz de estar vivo.
Por primera vez, fui capaz de pensar que quería vivir.
Y con ello, el pensamiento de morir de repente se convirtió en algo que asustaba.
Si la gente en la que confío muriese, estaría triste.
Entonces pensé que si confiamos los unos en los otros, entonces quizás la demás gente estaría triste también si yo muriera.
Fue la primera vez que pensé de ese modo.
Eso es por lo que he sido capaz de empezar a creer en las demás personas.
Y las otras personas de creer en mí.
Por primera vez, sentí la importancia de mi propia existencia.
No me llevó mucho tiempo darme cuenta de que esa era la importancia del destino.
Porque creo en mí mismo, no hay ninguna razón para dudar.
En un pestañeo, el mundo me pareció diferente.
Me di cuenta de que aunque no había cambiado, el mundo a mi alrededor está cambiando.
Entonces supe que esto es el destino.
Acepté el destino.
Porque el yo en el que creo, cree en eso también.
Siendo capaz de creer en mí mismo.
Cambié.
No las otras personas, sino yo.
Si puedes cambiarte a ti mismo, el mundo a tu alrededor te parecerá diferente.
Me sorprendí al ver el mundo tan diferente y desbordando de posibilidades llamadas esperanza.
Pero lo que había cambiado, de hecho era yo.
El mundo estaba desbordante de esperanza desde el principio.
Sabiendo esto
Aceptando esto,
Fui capaz de aceptarme a mí mismo.
El mundo de desesperación un día tan sólo se convirtió en esperanza.
Al principio, había muchas sorpresas.
Incluso el escenario que veía cuando pensaba que todo estaba lleno de desesperación se ha vuelto esperanza.
Recordé ese momento.
El yo cuando estaba desesperado.
Aquellos a los que la desesperación no les dio nada más que desesperación.
Cuando estaba desesperado, trataba de transmitir mi desesperación a las demás personas encolerizadamente.
Pensé que no quería ser ese tipo de persona más.
Eso es una de las cosas que me han empezado a gustar del yo que está orgulloso de haber cambiado.
Cuando encuentras algo que te gusta, se hace más fácil encontrar la siguiente cosa que te puede gustar.
Me di cuenta de que mi corazón comenzó a desbordar esperanza.
Es entonces cuando supe por primera vez.
Que la desesperación no genera más que desesperación.
No hay nada más que muerte más allá de ella.
Entonces fue cuando entendí por qué ellos decían que la depresión es una enfermedad que te lleva a la muerte.
En vez de eso,
Todo está infinitamente lleno de esperanza.
Supe que esta desbordante esperanza también puede convertirse en esperanza para otras personas.
Pensé que como es desbordante, debía transmitirla a los que están a mi alrededor.
Pensé que nunca sería capaz de transmitir mi corazón a otras personas.
Y aún sin estar seguro, el mundo que hay delante de mis ojos, creo que soy capaz de transmitir esperanza a otras personas.
Es entonces cuando supe que mi corazón había sido transportado.
Finalmente recordé ese momento.
Cuando era joven y creía en mí y que todo iría bien, cuánto me quería a mí mismo, cómo lloraba y reía genuinamente.
Pero he experimentado que las cosas no irían a mi manera y empecé a no creer en la gente.
Recordé cuando nací.
Cuando eso pasó, empecé a dudar incluso de mí mismo.

Y esa es la verdadera razón de por qué empecé a odiarme a mí mismo.


[Traducción Miu@DID_Spain
Créditos del inglés: Les Fantomes]

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